sitio oficial de Asociación Atlética Estudiantes de Río Cuarto

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Pablo Aimar: Respeto, admiración y fútbol

Cuando naces en una casa que solamente se respira fútbol, es muy difícil que no salgas futbolero. Eso es lo que sucedió en la casa de los Aimar cuando Estela María, o “Mary”, dio a luz a Pablo, el segundo de sus hijos un 3 de noviembre de 1979. Tanto era así el fervor por el fútbol que Ricardo, su padre, le puso Cesar como segundo nombre en honor al técnico argentino campeón del mundo en 1978, César Luis Menotti, a un año y monedas después de que haya conseguido dicho logro.
Pablo Cesar Aimar se forjó pateando la pelota todo el día y sus primeras gambetas las dio en Estudiantes de Río Cuarto. A fines de los ’80 y principios de los ’90 comenzó a representar al conjunto de Avenida España en las categorías infanto/juveniles y a participar en los combinados ligueros. Los memoriosos cuentan que la gente iba a ver jugar al “bajito” de Estudiantes que no le podían sacar la pelota en esa categoría ’79 que tenía nombres rutilantes para la historia del “Celeste” como Martín Cabrera, “Tuta” Ciuffolini, Julio Mugnaini, entre otros. En 1992 fue parte del plantel que consiguió quedarse con la sexta edición del campeonato provincial de clubes jugando para el “León”. Los años posteriores representó a la Liga Regional de Río Cuarto en los seleccionados sub-15 y sub-17, mientras jugaba con la camiseta celeste. En febrero de 1994 tiene su primera prueba en Ciudad Universitaria para River Plate y fue Jorge Busti, director técnico de juveniles por aquel entonces del equipo de Núñez, que lo seleccionó.
En un principio a Pablito le costó optar por vivir solo en Capital Federal, simplemente quería probarse, ver el nivel, pero lo hizo sin altas expectativas de quedar en River. Tampoco las tenían sus padres. El plan inicial era ir, jugar y volver a terminar el secundario en Río Cuarto. Quedó y fue toda una compleja decisión, hasta que fue el mismo Daniel Passarella quien llamó a su papá para convencerlo de que se quedase. El propio Aimar cuenta: “Al principio lloré mucho. Vivía en la pensión, detrás de la pileta, dormíamos 6 por pieza, en cuchetas, y los días que no llegabas tan fusilado, te agarraba la nostalgia y te ponías a pensar en tu casa, tu familia y tus amigos. Por suerte, por lo general, caíamos muertos: nos levantábamos a las 7 para ir al colegio, volvíamos, almorzábamos, íbamos a entrenar a la tarde, yo muchas veces a Ezeiza con el Sub 17 o la auxiliar con River. El primer año se me hizo larguísimo.”
En septiembre del ‘94, recibió el llamado del entrenador de selecciones juveniles José Néstor Pekerman para competir en el Mundial Sub 17 de 1995 en Ecuador. En dicha competencia mundial hizo dupla con el volante César La Paglia en la creatividad del juego y convirtió un gol en cuartos de final ante la selección local. No consiguieron pasar a la final tras perder 3 a 0 en el clásico de las Américas frente a Brasil. Dos años después, con la Sub 20, tuvo otra oportunidad. En La Serena, Chile, Argentina se coronó campeón con Aimar galardonado como el mejor jugador del certamen. Meses más tarde, junto a Diego Placente, Esteban Cambiasso, Juan Román Riquelme, por nombrar algunos, consiguieron el campeonato del mundo sub 20 en Malasia tras vencer en la final 2 a 1 a Uruguay. Solo en ese partido Pablo César no fue titular, pero ingresó a los 10 minutos del segundo tiempo.
A los 16 años fue Carlos Babington, ex entrenador de juveniles del conjunto riverplatense, quien lo hizo entrenar con la Primera con tipos como Enzo Francescoli, Ariel Ortega, Hernán Crespo, Marcelo Gallardo, entre otros. Hasta que el 11 de agosto de 1996 debutó en la primera de River Plate en la derrota 0-1 ante Colón, en Santa Fe. Al año siguiente ganaría el Clausura y Apertura de 1997, hasta que el 20 de febrero de 1998 marcaría su primer gol frente a Rosario Central.
A principios del ’99, y sin haber cumplido los 20 años aún, ganó su segundo Torneo Sudamericano Sub-20, organizado en Argentina. “Payito» fue uno de los artífices de la consagración argentina, que venció en la final a Uruguay. Fue una pieza clave en el equipo riverplatense que ganaría el Apertura 1999 y Clausura 2000 formando una gran sociedad con Javier Saviola y Juan Pablo Ángel. Además, compartió plantel con los riocuartenses Guillermo Pereyra y Franco Constanzo.
La experiencia europea no tardó en llegar, Valencia posó sus ojos en el enganche que vislumbraba a todos en el fútbol argentino y pagó 24 millones de euros por Pablito, que aterrizó en tierras valencianas en enero de 2001. Llega la convocatoria de Marcelo Bielsa para la Selección Mayor de Argentina y la posterior confirmación en la lista que viajaría al Mundial de Corea-Japón 2002. Solo jugo un partido en tierras orientales, y la albiceleste volvió a casa en Primera Ronda. A la vuelta del Mundial, en agosto, contrae matrimonio con su novia de toda la vida, Ana Belén Ordoñez.
En tierras españolas maravilló a los hinchas del “Che” durante seis temporadas, en los que firmó 238 partidos con 38 goles y 42 asistencias. Además, fue campeón de la Liga de España en las temporadas 2002 y 2004, ganó la Copa UEFA y Supercopa de Europa en 2004 y fue subcampeón de la Champions League. En Valencia nacieron sus hijos mayores, Agustín y Sara. Juega con la Selección Argentina la Copa FIFA Confederaciones 2005 convirtiendo un golazo de palomita en la final ante Brasil y es nuevamente convocado por Pekerman para asistir a su segundo mundial, Alemania 2006, jugando en 3 partidos.
Luego de la cita mundialista pasó al Real Zaragoza donde compartió equipo con los hermanos Diego y Gabriel Milito, Roberto Ayala, Leonardo Ponzio y Andrés D’Alessandro. En la entidad zaragocista participó de dos temporadas en las que marcó 4 goles y dio 9 asistencias. Participa en la Copa América de Venezuela ’07 quedando subcampeón por detrás de Brasil. Antes de pisar tierras portuguesas, obtuvo la nacionalidad española en abril de 2007
En el verano europeo de 2008 se convierte en jugador del Benfica de Portugal donde pasó momentos gloriosos para las “Águilas” jugando más de 170 partidos con cinco títulos oficiales, uno de Liga y cuatro de Copa de la Liga, además convirtiendo 17 goles y asistiendo en 42 oportunidades. En tierras portuguesas nacen Juana y Eva, sus hijas menores.
Estando en Benfica llegó la última convocatoria a la Selección Argentina como jugador de fútbol, fue Diego Armando Maradona que lo citó a las eliminatorias para el Mundial Sudáfrica 2010 y Pablo participó en aquel recordado partido frente a Perú, en el Monumental, donde asistió a Higuain para el 1-0 parcial. En junio de 2009 fue parte de un partido en el Estadio Ciudad de Río Cuarto en conmemoración a los planteles que ascendieron en 2001 y 2009 con la camiseta del “León”, además pudo estar presente en el último partido de su íntimo amigo Rodrigo Siravegna con la camiseta de Estudiantes.
Luego de cinco temporadas la dirigencia del club portugués decide no contar más con él y llega en septiembre del 2013 al Johor Darul de Malasia, donde firmó contrato por dos temporadas y compartió equipo con Luciano Figueroa. Aquel periplo por tierras asiáticas no fue como esperaba por la cantidad de lesiones que lo aquejaban y en abril de 2014 el presidente del club decide dejarlo libre. Pero toda historia de grandeza tiene guardado un as bajo la manga y para diciembre de ese año River Plate confirma que Pablito haría la pretemporada con el plantel a partir de enero de 2015 y regresaría al club de Núñez. En febrero del ’15, y tras insuperables dolores, decide operarse del tobillo derecho. El regreso oficial se da en la decimocuarta fecha del torneo de Primera División e ingresa a los 75 minutos ante Rosario Central. Esa sería, por el momento, la última vez que veríamos al “Mago” hacer relucir su fútbol en el Monumental de Núñez y todo el pueblo riverplatense pudo despedir a su ídolo con la ovación que merecía. Este fue el encuentro que marcaría un retiro momentáneo de la actividad.
En 2016 participa en la inauguración del Complejo Gol de Oro y empezaron a acrecentar los rumores de que podría jugar un último partido vistiendo la camiseta de Asociación Atlética Estudiantes junto a su hermano Andrés, ya que el “Nane” formaba parte del plantel dirigido por Marcelo Vázquez.
Llegó la hora de comenzar su carrera como director técnico y en julio de 2017 fue presentado para hacerse cargo de la categoría sub 17 de la Selección Argentina y en la conferencia de prensa expresaba que “le daremos mucha prioridad a los valores, obviamente queremos que a los chicos les guste la camiseta, les guste jugar, les guste el fútbol. Queremos formar gente respetuosa porque buscamos volver a la idea del jugador de Selección como un todo y no alguien que sólo juega bien en la cancha”.
Recién para enero de 2018 decidió aceptar una de las tantas invitaciones de Alicio Dagatti para vestir la camiseta del “León” y comenzó a entrenar bajo las órdenes de Vázquez para disputar un encuentro por Copa Argentina. El último baile se dio el 23 de enero ante Sportivo Belgrano de San Francisco. Compartiendo cancha con su hermano, con sus padres “Payo” y “Mary” en la tribuna, acompañados por su hermana Lorena y hasta Marcelo Bielsa no se quiso perder la última función de uno de los mejores futbolistas que han dado estas tierras. En un estadio totalmente colmado se pudieron observar tintes de un jugador que tiene una clase única para jugar al fútbol y el público lo ovacionó a lo largo de todo el encuentro para agradecerle que, pese a tener una carrera gloriosa, no se olvidó sus raíces y quiso despedirse con la camiseta de Estudiantes frente al público riocuartense. “Pudimos jugar un rato junto a mi hermano con mi familia en la tribuna. Sé que vino Bielsa, uno de los mejores entrenadores que he tenido y que no ponía el resultado por delante de otras cosas menos importantes. No tenía ni idea de que iba a venir, es una emoción muy grande para mí. No sé si hay algún futbolista que se despida del deporte sin cuentas pendientes, hasta a Messi puede ser que le falte algo, pero nos llevamos un buen recuerdo, sobre todo la gente que conoces acá. Este es mi último partido, no me voy a olvidar nunca más de esto”, expresaba Pablito al terminar el partido.
En 2019 llegaría su primer título como director técnico cuando Argentina se consagró campeón en el sudamericano sub-17 en Perú y clasificó al mundial que se disputaría en Brasil. Ese mismo año fue parte del cuerpo técnico de Lionel Scaloni, de manera interina, en la Copa América que se jugó en tierras cariocas. En 2021 cumplió un rol fundamental como ayudante de campo de Scaloni, tras ser oficializado como director técnico de la Selección Argentina, en la consagración en tierras brasileras tras 28 años de sequía para el combinado nacional y siendo testigo fiel del primer título de Lionel Messi con la albiceleste. A partir de allí la preparación para el Mundial de Catar 2022 fue total y, a postre, la consagración del combinado nacional después de 36 años. Sin flashes, ni reflectores encima, Aimar ha sido una pieza clave en el cuerpo técnico comandado por Scaloni y que ayudó a generar una filosofía de juego absolutamente clara, que ha explotado en su máximo esplendor durante el Mundial. Una que, además, se asemeja muchísimo con su etapa de jugador. El propio Pablito definió la forma de jugar de la Scaloneta como “intentar que jueguen, que la pelota no sea un problema, que no se la saquen de encima. Para eso elegimos y miramos jugadores que sientan al fútbol de esa manera o que puedan llegar a incorporar eso».
Pablo Cesar Aimar Giordano, de Río Cuarto hacia el mundo, del semillero Celeste a ser uno de los mejores jugadores de nuestro fútbol. Un diez elegante y de mucha calidad. Esa clase de jugadores que daban placer verlo jugar en una cancha, que le aportaban una gran belleza al juego a partir de su simplicidad a la hora de tocar una pelota. Querido y admirado por todos, hasta por el mismísimo Lionel Messi, ese tipo de jugador que va más allá de cualquier camiseta. El que nunca olvidó sus raíces y siempre regresa al Imperio para empacharse de los más queridos. Hoy, desde otro ámbito, sigue siendo formador de los que van a ser futuro de la Selección Argentina con los valores que él aprendió a lo largo de su carrera con técnicos como Pekerman, Bielsa o el propio Rui Costa, alguien que Aimar valora en su etapa por Benfica. Precursor de hacer entender valores a los más chicos como sentido de pertenencia, humildad, trabajo en equipo, respeto, compromiso y otros más que pregona con el ejemplo. Artífice de que los chicos que se formen en el “Celeste” tengan un predio para formarse, ya que fue adquirido gracias a su pase al Valencia. Ese que te sorprende al verlo emocionado hasta las lágrimas por el gol de México porque nunca les gustaron las cámaras y cada vez que le toca declarar lo hace con tal elegancia que da gusto sentarse a escucharlo.
Desde nuestro lugar sólo quedan palabras de agradecimiento y el orgullo de sentir que es un poco nuestro…